El presunto caso de secuestro de un menor de 11 años, que fue sacado de su casa en Jamundi

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– Autoridades ofrecen hasta $ 200 millones de recompensa por el paradero del niño

Mientras la Gobernación lanza Caravanas de Seguridad al mejor estilo de desfile militar, con 132 policías, soldados del Batallón Pichincha y hasta tránsito en formación de combate, el corregimiento de Potrerito se convierte, una vez más, en tablero de guerra. Porque nada dice “tranquilidad” como un convoy armado y un helicóptero sobrevolando escuelas rurales.

El general Oviedo activó el Gaula, la Fiscalía hace “todos los esfuerzos”, la Gobernadora tuitea con el alma de madre dolida y se pide ayuda hasta a la ONU, la Iglesia y la Cruz Roja. Bienvenidos todos. Pero qué tragedia que para buscar un niño colombiano haya que invocar media diplomacia internacional.

Mientras tanto, las disidencias Jaime Martínez siguen actuando como si tuvieran oficina en Potrerito y horario de terror. Un día lanzan explosivos, otro día desaparecen a un menor. El Estado, por su parte, aparece para el espectáculo, con luces, operativos y cifras, pero no para evitar el hecho: solo para reaccionar con cara de “no sabíamos”.

Y así seguimos: entre amenazas, bombas, secuestros y comunicados de prensa. Eso sí, la gobernadora tiene razón en algo:
¡Los niños no se tocan!
Pero… ¿y si dejamos de repetirlo y empezamos, por fin, a protegerlos?

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